Porque somos hijos de la Iglesia
Por tercera vez en su historia, la Fraternidad San Pío X tendrá la distinguida gracia de vivir el Jubileo Romano de 25 años. En 1975, en presencia de su fundador, Monseñor Marcel Lefebvre, y después en 2000, la Fraternidad San Pío X peregrinó a Roma para participar en este gran acontecimiento espiritual. Entre el 19 y el 21 de agosto de 2025, el Distrito de Francia de la Fraternidad San Pío X realizará su peregrinación jubilar a Roma y espera, en esta ocasión, reunir al mayor número posible de fieles.
Iremos a Roma para recorrer esas calles cargadas de la historia de la Iglesia, para rezar en las basílicas siguiendo las huellas de tantos santos y santas, de tantos cristianos y cristianas que vinieron a visitar las tumbas de los Apóstoles.
Iremos a Roma, a la Roma católica, a la Roma apostólica, a la Roma de los mártires, para proclamar nuestra fe, para cantar nuestro amor a Nuestro Señor Jesucristo, para recoger los frutos abundantes de su Redención.
Vamos a Roma para purificarnos de nuestros pecados, para obtener indulgencias por nuestros pecados y para santificar nuestras almas en esta ciudad de gracia. Hagamos una peregrinación de fe, de oración, de penitencia, para obtener esas indulgencias que la Iglesia extrae con particular generosidad de su tesoro espiritual durante este Año Santo y las distribuye ampliamente para la salvación de nuestras almas.
Iremos a Roma para proclamar y manifestar nuestra adhesión inquebrantable a la Sede Apostólica, al Papa, sucesor de Pedro y Vicario de Cristo, a los obispos, sucesores de los Apóstoles, a los sacerdotes, sus colaboradores, y a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Iremos a Roma, simplemente porque somos católicos, hijos de la Iglesia, y porque queremos seguir siendo católicos pase lo que pase.
Y precisamente porque somos y queremos ser católicos, durante esta peregrinación jubilar, con especial intensidad (aunque, por supuesto, ya lo hacemos todos los días), rezaremos por el Papa, por los obispos, por los sacerdotes, por toda la Iglesia, para que, en la terrible crisis que atraviesa, de la que todos somos dolorosos testigos y víctimas, recupere su esplendor, con una fe plenamente enraizada en su Tradición bimilenaria y proclamada intrépidamente para la salvación del mundo.
Por tanto, iremos a Roma “por la gloria de la Santísima Trinidad, por el amor a Nuestro Señor Jesucristo, por la devoción a la Santísima Virgen María, por el amor a la Iglesia, por el amor al Papa, por el amor a los obispos, a los sacerdotes y a todos los fieles, por la salvación del mundo, por la salvación de las almas”, y ante todo por la salvación de nuestra propia alma.
Fuente: La Porte latine