El Año Santo

Papa Francesco davanti alla Porta Santa della Basilica di San Pietro

El Jubileo se llama “Año Santo” porque la Iglesia aplica de modo especial los méritos de Jesucristo, que son las fuentes inagotables de toda santidad.

El Jubileo, tal como lo celebramos en el espíritu de la Iglesia, no es otra cosa que una indulgencia extraordinaria, por la cual la Iglesia nos remite todas las penas temporales debidas a la Justicia divina, por los pecados que nos han sido perdonados en el sacramento de la penitencia.

La palabra jubileo viene del hebreo Jobel, que significa alegría, y que los israelitas utilizaban para expresar su alegría por la milagrosa liberación del largo cautiverio bajo la tiranía del Faraón.

Fue, en efecto, un gran motivo de alegría para ellos, ya que todos recuperaron sus posesiones y los esclavos fueron liberados. Sobre todo, era una excelente figura de la gracia que Dios concedería un día a los cristianos por los méritos del Mesías, el verdadero Libertador. Dado que la Nueva Ley es el cumplimiento perfecto de los misterios de los que la Antigua Ley era solo una sombra, la Iglesia, como buena Madre, ha tomado prestada esta santa costumbre del Jubileo.

Así como los años jubilares del Antiguo Testamento celebraban el fin de la esclavitud de los hebreos y su entrada en la Tierra Prometida, los de la Iglesia de Jesucristo celebran la liberación de los hombres de la esclavitud del pecado por la Encarnación y la Redención, y su entrada en la Ciudad Celeste. Durante los Jubileos, tiempo de misericordia y remisión de penas, los pecadores pueden recuperar todos los bienes espirituales que han perdido por sus crímenes.

El Jubileo se llama Año Santo porque la Iglesia hace una aplicación singular de los méritos de Jesucristo, que son las fuentes inagotables de toda santidad. Es el año de la gracia y de la misericordia, porque es, más que ningún otro tiempo, el de la generosidad y clemencia de Dios Salvador.

Se le llama también año de paz, porque los verdaderos penitentes se reconcilian perfectamente con Dios. Estos años jubilares son verdaderamente días de salvación porque la Iglesia nos ofrece medios más abundantes y eficaces que todas las demás indulgencias plenarias que acostumbra concedernos en los demás días del año, incluso en los más solemnes.

Fuentes: Le Saint Anne/La Porte Latine – FSSPX.Actualités
Imagen: © Vatican News

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